I am so excited to have my beautiful
friend, Sherry Thomas, as a guest writer today. Her story reminds me of my
own journey. I am so in awe of how the CONFESSION of the Word of God
transforms our lives. This is a short version of her powerful story:
I was 21 years old, had just graduated from college, and had been accepted to my first job when I woke up one morning crippled, unable to move, and with excruciating pain all over my body. The chronic pain was so sharp and intense in my joints and muscles. My body was screaming with every light, tender touch. I had daily sleepless nights with no rest and was unable to do the most basic tasks, like dressing myself. I was unable to take a single step without the assistance of a friend, walker, or wheelchair. In one second, my plans for my career and future would be put on hold for 11 long and painful years. I was diagnosed with Rheumatoid Arthritis, an autoimmune disease.
Five years in the middle of my disease
process, I met my husband. That journey would need another blog post to fully
describe all the details of how we came together. Simply put, he saw me
crippled unable to walk, or take care of myself, and he decided "that is
the woman who I want to marry." Through faith and his love for the Lord he
asked me to be his wife. His anchor verse is found in Isaiah 53:5, "…by
his stripes we are healed". His faith, passion, and trust in the
Lord sustained our first five years of marriage, however with no change in my
health. The healing in my body did not happen as my husband or I thought
it would, "instantly". However, it began gradually by remembering
God’s Grace in my life.
After both knee replacements, I told the Lord
"at this rate, I would need to replace every joint in my body". I
knew that was not what the Lord wanted. In 2009, I received a small book about
the Jabez Prayer. I began to confess these 4 lines of that simple prayer daily: “Lord bless me indeed,
enlarge my territory, let your hand and favor rest upon me, keep me from all
evil." I Chronicles 4:10.
That
phrase: "Enlarge my
territory" stirred in my spirit. In faith, I asked the Lord to enlarge our
family life to have a child. I told my husband, I wanted to stop all medicine
and believe for a child according to that scripture. The Lord answered and a
child was conceived. I had a healthy pregnancy and quite honestly never felt
like I was pregnant. I had a normal delivery and the Lord blessed us with a
baby girl. Miraculously, my symptoms of pain gradually began to go away. I
began to confess:
“Thank
you Lord for no sign or symptom of RA in my body." My anchor verse
was in Philippians 4:6: "Be anxious for nothing, but in everything by
prayer and supplication, with thanksgiving, let your requests be made known to
God."
Today I am married, with 2 children, and
healthy with no symptom or evidence of disease in my body. I am grateful for
all that the Lord has taught me in this faith journey. I have "tasted and
seen that the Lord is good." He continues to be faithful. He has revealed
His Word in my heart and I walk in the freedom of knowing that the Words of
Jesus Christ are "alive and active."
Yo tenía 21 años, acababa de graduarme de la universidad, y había aceptado mi primer trabajo cuando una mañana me levante y ya no me podía mover, estaba paralizada, y con un intenso dolor en mis articulaciones y músculos. Mi cuerpo gritaba de dolor al simple contacto. Pasaba noches en vela, no podía descansar, y no podía hacer las cosas más básicas como vestirme. No podía dar un paso sin la ayuda de alguna persona, un andador, o una silla de ruedas. En un segundo mis planes de tener una profesión, y un futuro se tuvieron que suspender por 11 dolorosos años. Fui diagnosticada con Artritis Reumatoide, una enfermedad autoinmune.
Empecé tratamientos que consistían en medicamentos diarios, semanales, y mensuales tomando píldoras, inyecciones, medicamentos que todavía se estaban estudiando, e infusiones intravenosas. Fui a India por 3 meses e hice tratamientos
Ayurvédicos que consistían en medicina natural holística. Estuve viviendo en las altas y húmedas temperaturas de la India, sin aire acondicionado o ventilador porque el propósito del tratamiento era que sacara todas las toxinas atravez del sudor. Tomé jugos naturales, plantas, y hierbas que me hacían vomitar al solo olerlas. También hice dietas vegetarianas, vitaminas, y terapias de agua.
Tuve una cirugía de reemplazo total de mi rodilla izquierda en Noviembre del 2008 y otra cirugía de reemplazo total de mi rodilla derecha en Enero del 2009. Soñé con tomar un machete y cortarme todas las articulaciones. Sentí que estuve colgando al precipicio por 11 años. Mi fe en Dios ha tenido tantos altos y bajos. Yo solo quería que todo terminara. Toda mi fuerza física, mental, y espiritual se había agotado. El Señor no había terminado de enseñarme: “… no con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”. Zacarías 4:6.
Después de cinco años de mi enfermedad, conocí a mi esposo. Esa historia tomaría otro testimonio que contar para describir todos los detalles de cómo Dios nos trajo juntos. En simples palabras, él me vio paralítica, sin poder caminar, sin poder cuidar de mi misma, y decidió ¨esa es la mujer con la que me voy a casar¨. Con amor y su fe en el Señor él me pidió que fuera su esposa. El versículo del que él se agarró fue Isaías 53:5 “…por sus llagas fuimos sanados”. Su fe, pasión, y confianza en el Señor sostuvieron nuestros primeros cinco años de matrimonio, sin cambio alguno en mi salud. La sanidad en mi cuerpo no pasó como yo y mi esposo pensamos que ocurriría instantáneamente. Sin embargo empezó gradualmente, al recordar la Gracia de Dios en mi vida.
Después de reemplazar mis 2 rodillas con prótesis, le dije al Señor: “a estas alturas voy a tener que reemplazar el resto de mis articulaciones”, pero yo sabía que eso no era lo que Dios quería para mí. En el 2009 me regalaron un libro llamado La Oración de Jebes, y empecé a confesar las 4 frases de esa simple oración. “Oh que me bendigas y ensanches mi territorio, que tu mano esté conmigo, y me libres del mal, para que no me dañe” 1 Crónicas 4:10. Esa frase “Que ensanches mi territorio” latía fuertemente en mi espíritu. Y en fe, le pedí al Señor que ensanchara mi familia con un hijo. Le dije a mi esposo que quería dejar de tomar toda la medicina, y creerle a Dios por un hijo conforme a esa Palabra que estaba confesando. Dios nos contestó y concebimos. Yo tuve un embarazo muy saludable y para ser honesta, ni sentía que estaba embarazada. Tuve un parto normal y el Señor nos bendijo con una niña. Milagrosamente, mis síntomas de dolor empezaron a desaparecer gradualmente. Empecé a confesar “gracias Dios porque no tengo ni síntomas, ni señas de Artritis Reumatoide en mi cuerpo”. Yo me agarré de Filipenses 4:6 “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”.
El Señor nos bendigo con una niña saludable. Mis síntomas desaparecieron, y Dios restauró la salud en mi cuerpo. Sin embargo Dios retó mi vida de oración y fe una vez más, porque mi sangre seguía siempre mostrando factor positivo a la enfermedad. Y yo creo que cuando Dios sana lo hace perfecta y totalmente. Yo quería que el Señor cambiara los resultados de mi sangre como factor negativo a la enfermedad. Por 3 años yo oré y confesé “Gracias Señor porque mi sangre muestra negativo a la Artritis Reumatoide“. Yo ya no tenía síntomas pero quería que los resultados de mi sangre también lo mostraran. El Señor una vez más nos bendijo y honró mi oración. Nos enteramos que estaba embarazada, pero antes de que me hicieran la prueba de embarazo, pedí que me hicieran un examen del factor de Artritis Reumatoide en mi sangre. Gloria a Dios que los resultados salieron negativos a la enfermedad!
Hoy estoy casada, con 2 hijos, saludable sin síntomas o evidencia de Artritis Reumatoide en mi cuerpo. Estoy tan agradecida por todo lo que el Señor me ha enseñado en este recorrido de mi fe. He gustado y visto que Jehová es bueno. El continúa siendo fiel. Él ha revelado su Palabra en mi corazón y ahora camino en libertad, sabiendo que las Palabras de Cristo Jesús son “vivas y activas”
